El genio y otros relatos (fragmento)Frank O'Connor
El genio y otros relatos (fragmento)

"Me gustaba jugar, y acostumbraba a caminar por la acera con una pelota en los pies hasta que descubrí que los demás niños se volvían violentos y empezaban a darme empujones cuando se me unían. Prefería a las niñas porque no peleaban tanto, aunque aparte de eso las encontraba insípidas y me parecía que no eran una gran fuente de información. Las únicas mujeres que me interesaban eran mayores, y mi mejor amiga era una vieja lavandera llamada señorita Cooney que había estado en el manicomio y era muy religiosa. Fue ella quien me lo enseñó todo sobre los perros. La señorita Cooney habría perseguido durante más de una milla a cualquiera que hubiera visto dañar a un animal, e incluso los denunciaba a la policía, pero los agentes sabían que estaba loca y no le hacían caso.
Era una mujer de aspecto triste con el cabello gris, mejillas pronunciadas y encías sin dientes. Mientras ella planchaba, yo solía sentarme durante horas en su cocina cálida, húmeda y humeante, y hojeaba sus libros religiosos. Ella también me tenía cariño, y siempre decía que estaba segura de que sería sacerdote. Yo convenía en que tal vez me convirtiera en obispo, pero ella no parecía tener en alta estima a los obispos. Y se limitaba a sonreír cuando le contaba que había muchas otras cosas que me gustaría ser, tantas que no podía decidirme. Para la señorita Cooney, un genio no podía ser más que una cosa: sacerdote. "



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