Azulejo (fragmento)Francisco Fernández Santos
Azulejo (fragmento)

"Me he sentado ante mi escritorio lleno de libros, de diccionarios sobre todo, y de papeles. Hace una tarde de primavera luminosa, el cielo aun en lo alto pero sin que el calor abrume. Luminosa y fragante: hasta mí llega el penetrante aroma de flor de azahar. Hasta el límite cercano del horizonte, antes de las sierras, campos de naranjos con sus blancas canas de azahar, entremezclados con otros de almendros de flores violáceas. Como en otras ocasiones el aroma del azahar despierta con viva punzada mi nostalgia de cuando era un niño toledano allá por los años 30, rayando con los 40, un niño en cuya casa había un naranjo pequeño y raquítico, realmente lamentable, pero que me fascinaba por ser el único del pueblo y, estaba seguro, de toda la provincia, sino de toda Castilla. Aquel endeble naranjito desterrado en frías tierras de pan llevar, lejos de su cálido terruño mediterráneo, daba algunas florecillas de azahar que se amustiaban pronto, aunque yo me imaginaba que perfumaban el pueblo entero, y que, pese a los cuidados que prodigaba el arbolito, con buen estiércol y abundantes riegos, no maduraban nunca en redondos y amarillos frutos. "


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