Kruso (fragmento)Lutz Seiler
Kruso (fragmento)

"¿A qué iba a esperar él todo el rato? Primero a su hermana, que nadaba mar adentro, mientras él removía una y otra vez la arena caliente con su concha de plástico, todo el rato. Luego miró al agua. Sólo veía su cabeza, suponiendo que fuera ella, muy pequeña, como una boya, alguien que nadaba entre las olas. Luego se levantó y se acercó a la orilla. Se quedó así, inmóvil, apretando la concha contra el pecho. ¿Había que llamar, que gritar lo más alto posible? ¿O justamente ahora, mientras esperaba todo el rato, era mejor no hacerlo?
Ed se lo imaginó: Sonja que nadaba mar adentro, luego el muro que formaban las patrulleras, luego un hélice de barco, quizá, o un disparo. O Sonja, que nadaba arrastrada por una moto acuática: en pleno día eso era absurdo. Más bien Sonja, que caminaba por la playa y subía hasta el Dornbusch y allí se quedaba escondida, esperando la caída de la noche, junto al bote neumático, entre los espinos. Todo el mundo sabía que el punto más adecuado de la costa para huir por el mar estaba situado en el ángulo muerto de los radares con los que los hombres de Vosskamp vigilaban el mar: un MR-10, le había explicado Kruso dibujando en la arena el radio de detección del aparato.
En algún momento, Ed logró ponerse otra vez en movimiento. Si uno se acercaba al agua, se podía oír que dentro de aquel aliento reinaba una gran agitación. Había aquel hálito hondo, pesado, atronador y agresivo; pero debajo había un sonido mucho más agudo, semejante a un jadeo, a un resuello, como si al mar le faltara aire, como si él también casi se ahogara… Eran los suspiros infantiles de los muertos. Ed no podía evitar pensar así. Veía a René en la mesa de billar, al aparato René, a esa máquina maloliente a la que faltaban partes, pies, piernas, que precisamente allí, en el fondo del mar flotaban de un lado para otro, estaban siendo removidas, revolcadas, preparadas. Y veía a Sonja paseando sobre las olas, completamente incólume y con una esmeralda verde en la frente, la princesa anfibia. Y veía a Kruso, su hermano, desenredando bajo el agua las redes de los pescadores de Vitte y explicando la libertad a los peces que estaban en la red; de la boca le salían burbujas, y su larga melena negra parecía flotar en jalea, y nadie pudo evitar que Ed rompiera a llorar.
Tú espera aquí.
Y no te muevas. "



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