El canto de la crisálidaMilena Ercolani
El canto de la crisálida

"I
Me levanté de mañana,
me vestí con la luz,
envuelta en un cálido tejido,
fajada con cintas de sol.

Mi desnudez,
cubierta con un hilo de plata,
ya divisa el mediodía,
un aura punzante
me sacude los miembros
y doy voz a mi canto,
no es un canto adventicio,
es un canto de acción:
¡A las armas, guerreras!
¡Que comiencen las danzas!
Tengo espadas de plata
con los puños de oro.
Serás traspasado, dragón,
y cuando yo sea mariposa
volaré encima de tu cabeza cortada
para chupar los humores
de tu cuerpo herido,
misceláneas de sangre y vida
ofreceré a la savia de las flores,
surgirán vástagos en el aire circunstante
y yo seré una mariposa, por fin mariposa…
Iluminante y excéntrica, con las alas tendidas
y el instinto del vuelo.

II
Todavía estoy aquí adentro,
ya el lucero desciende
y la luna, señora,
cubre mi manto:
hace frío, está oscuro…
¿Seré todavía mariposa?
Espero en silencio
deseosa de luz,
pero tengo las cintas doradas,
la desnudez no ha sido ofendida,
ahora me preparo para dormir
y me rindo a la noche…
Mañana seré mariposa.

-Trad. Martha L. Canfield-"



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