Planta noble (fragmento)Simonetta Agnello Hornby
Planta noble (fragmento)

"La luz. La luz. Quiero más luz. Busco dentro de esta habitación todo lo que me es familiar. Jamás me había parecido tan grande esta habitación. Es como si el techo artesonado se hubiera elevado, parece la bóveda ojival de una capilla: altísimo. El diván al pie de la cama se aleja, al igual que los dos sillones y la cómoda. El tiempo también se ensancha, por la luz que entra a través de los balcones no sabría decir si es de día o de noche. La calle, ahí debajo, podría ser una plaza, y no la avenida que atraviesa longitudinalmente la ciudad. Y mi cama parece una pared sobre la que estoy tan inmóvil como una salamanquesa. Escucho mi respiración afanosa y el jadeo de los pensamientos que vienen de lejos y que la respiración acelera, incendia, encadena a la luz.
Elio lleva días y días leyéndome las portadas de los periódicos. Él lee y yo escucho. Para decirle que pare tengo que hacerle un gesto, porque no oye muy bien, pero es un consuelo tenerlo al lado de la cama, sentado en el borde del taburete que se ha traído de la antecocina, mientras sostiene casi con dificultad las grandes hojas de la prensa. Por allí pasa lo poquito del mundo que nos es dado conocer, por esas páginas: estamos en guerra, la prensa está militarizada, y, aunque es pura propaganda, se citan nombres extranjeros, de generales, políticos, lugares, que serían de lo más aburridos si no los oyera salir de los finos labios de Elio, nombres todos ellos erizados de dificultades, nombres extraños que pronuncia a su manera, no siempre acertadamente, con la voz fuerte de quien es débil de oído. Los periódicos han pasado de cuatro páginas a dos; las noticias, inciertas, se enmascaran.
Elio dice Churchill, dice Rommel, dice Montgomery, y cada vez que un nombre sale de su boca de la forma que sea, levanta alegre la mirada hacia mí, pero luego tropieza con los rusos, Aleksandr Vasilevski, Gueorgui Zhúkov, que se le atraviesan en la garganta. Por no hablar de los nipones, oscuros fonemas que se repiten sin embargo una y otra vez porque desde el año pasado son los protagonistas absolutos -Pearl Harbor, dicho por él, se convierte en un arabizante Pelljàibbor-, y se relaja con nombres que incluso podrían sonar itálicos, como Sebastopol, Stalingrado, pero parecen raros en la prosa de esta guerra. Mussolini dice que hay que resistir en África mientras los ingleses avanzan hacia Trípoli. Estamos en medio de un desastre. Hace sólo cuatro años ciertos nombres nos sonaban exóticos, ahora parece que el mundo entero nos cayera en casa, amigos y enemigos, sin que sepamos ya quiénes son los unos y quiénes los otros. Elio lee diligente y apaga con su voz fuerte pero sosegada el tono rimbombante de una nación que sigue creyéndose un imperio, y de un imperio que parece salir de una opereta fin-de-siècle. Elio, mi querido Elio, no dejes de leer, ni siquiera cuando mi mirada se pierda. "



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