La deriva (fragmento)Namwali Serpell
La deriva (fragmento)

"El nombre de las cataratas, Victoria Falls, suena a sentencia: Victoria Cae. Una profecía. En cualquier caso es un chiste que yo solía contar hasta que Su Majestad la reina Victoria murió efectivamente en 1901, poco antes de que yo pusiera el pie en el continente. Dos años después, vi por primera vez esa maravilla africana que lleva el nombre de una reina inglesa y quedé tan prendado como el que más. Vine por las cataratas, y también por ellas me quedé. Es cierto lo que dicen: la espuma alcanza a verse a cincuenta kilómetros de distancia, el fragor se oye a treinta. El último trecho de nuestra caminata desde Wankie fue lento, y ya eran las once de la noche cuando llegamos al campamento, a kilómetro y medio de las cataratas, bajo un gigantesco baobab. Por cansado que estuviera, no podía dejar que la necesidad de dormir me impidiera ver la inmensa caída por primera vez. Alejándome de los demás, me encaminé en solitario a contemplar las cataratas por arriba, desde la denominada Catarata del Diablo. Jamás lo olvidaré.

Hacía una noche clara, alumbrada por la luna. En primer término estaba el risco de la isla Barouka. Más allá, entre un velo de espuma, las cataratas principales daban un salto de más de cien metros rugiendo sobre el abismo. La espuma era tan densa que resultaba difícil saber si fluían hacia arriba o hacia abajo. La sombría selva retorcía sus ramas frente a ellas. El arcoíris lunar, pálido y reluciente, daba a la escena un toque fantástico. Yo estaba absolutamente sobrecogido, como en presencia de un majestuoso poder del todo inefable. No sé cómo me quité el sombrero y durante una hora estuve con la cabeza descubierta, extasiado.

No, nunca olvidaré aquella visión nocturna de las cataratas Victoria, henchidas de corriente y bañadas en luz de luna. Pasé treinta y dos años en un radio de kilómetro y medio de aquel lugar, y que me aspen si no sigue siendo la mejor atalaya. "



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