La horda amarilla (fragmento)George H. White
La horda amarilla (fragmento)

"En los Estados Unidos y en la Federación Ibérica no se puede vivir de otro modo. Quien no quiera sujetarse a esas reglas, quien atente contra la felicidad común, es llevado a La Luna y se le deja allí algún tiempo hasta que haya madurado bien sus ideales.
—O sea, que el Estado policía lo rige todo hasta los ideales y los pensamientos han sido forzados a encauzarse por una línea recta.
—Creo que así ocurre, en efecto. Pero esto es como todas las cosas. A nuestros antepasados les debió costar mucho conformarse a la supresión de la personalidad y de la propiedad individual. Nuestra generación adaptada a este estado de cosas vive contenta y feliz.
—¿Comunismo?
—Cristianismo —dijo la coronela sonriendo—. Ésta y no otra es la diferencia existente entre Oriente y Occidente. Diferencia de ideologías que dan diferente modo de vivir. Aquí el orden, la paz y la felicidad. Allá el desorden, la lucha por sobrevivir sobre los demás y, por consiguiente, la inestabilidad e intranquilidad. La horda amarilla, sin los principios básicos cristianos de mutuo respeto, se agita arrastrada por sus malas pasiones como los gusanos sobre el cadáver de un ciervo. Todos quieren chupar más que el individuo inmediato, aunque ya estén hartos. No se conforman con lo que tienen. Propugnan la ley del más fuerte sobre el más débil, y sólo el temor y el castigo es capaz de hacerles retroceder. Por eso les llamamos la horda amarilla. El tiempo libre que nosotros ocupamos en recrear nuestro espíritu lo emplean ellos en planear guerras y nuevas conquistas. Es la imperiosa necesidad humana de entregarse a la actividad lo que les empuja hacia la locura. Nosotros, con nuestra intensa vida espiritual, ocupamos esa necesidad de actividad en el estudio y la reflexión. "



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