Infancia en Mataderos (fragmento)Claudio Zeiger
Infancia en Mataderos (fragmento)

"La vida y el destino estaban condensados en ese verso cantado de memoria. Después se habían ido a vivir a Ramos Mejía y («vueltas de la vida», habría dicho mi madre meneando la cabeza) regresaría a Mataderos tras unos años transcurridos en Mendoza, casado, con una hija, para vivir por muchos, muchos años, en la casa de la calle Montiel.
Todo esto pasó rápidamente por mi mente y, a decir verdad, se deslizaba sin dejar huella ni decir palabra, ni siquiera esas palabras silenciosas que se disuelven antes de ser apenas borroneadas en el aire donde flotan los recuerdos. Afuera se precipitaban unas calles que al menos detrás de los vidrios del auto parecían estar como siempre. Como si no hubieran pasado los años. Las sombras de la noche licuaban las diferencias entre pasado y presente, pero yo sabía que más allá de alguna raíz tan inmodificable como invisible, nada era lo mismo, nada estaba igual. Cuando pensaba en la muerte de mi padre como algo irremediable, el centro de mis preocupaciones siempre había sido adónde íbamos a enterrarlo, pero jamás se me ocurrió pensar que su muerte nos iba a llevar, antes del cementerio, a dar vueltas por el mundo de la infancia; volver a plantear esa cuestión de límites, volver a atravesar esas fronteras internas, cruzar los límites que las personas se inventan para vivir, para seguir adelante o para imaginar que se escapan. O simplemente para hacer el viaje otra vez. "



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