Limpia (fragmento)Alia Trabucco Zerán
Limpia (fragmento)

"Me devolví a la pieza, cerré la puerta y recordé el sobre de papel. Me senté a la orilla de la cama, despegué los bordes con cuidado y lo agité boca abajo sobre el colchón.
Del interior cayeron las dos manos de mi mamá.
Ella usaba esos guantes de cuero cada invierno. Podía llevar unos jeans agujereados, una casaca gastada y esos elegantes guantes negros. Se los había regalado mi abuela para que no pasara frío. Porque la lana se mojaba. Porque las manos se partían. Fue un regalo que le dio poco antes de morir. Apoyé los guantes sobre el cubrecama y los ordené, uno junto al otro. Sus diez dedos apuntaron hacia mí, como si ella estuviera sentada al frente y las puntas de mis dedos rozaran los suyos.
La primera parte del cuerpo que se hereda son las manos, ¿lo han notado? Miren las suyas si no me creen, examinen sus uñas, sus cutículas, la forma de sus nudillos. Al principio puede no ser evidente. Las manos jóvenes jamás se parecen a las manos de la madre vieja. Con los años, sin embargo, el parecido es innegable. Los dedos se ensanchan. Las puntas se tuercen. Aparecen idénticas manchas a las que algún día revistieron las manos de la abuela, las adoradas manos de la madre. A mis quince años ya las teníamos del mismo tamaño. Yo ponía mi palma contra la suya y nuestras uñas alcanzaban el mismo filo. "



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