Kunz y Schiller (fragmento)Sigismund Krzyzanowski
Kunz y Schiller (fragmento)

"En un abrir y cerrar de ojos Kunz había metido el pie en el zapato. Dos pasos hasta la puerta. Se detuvo en una penosa indecisión. Y, de repente, tal como estaba, a medio vestir, sin sombrero, salió a todo correr en pos del que se había marchado.
Estaba amaneciendo. Las calles todavía estaban desiertas: las puertas, cerradas; las hojas de los postigos, juntas. Ni un alma. Solamente a la izquierda, más allá del cruce de Karls y Friedrichstrasse resonaba el paso pétreo y regular de alguien alejándose. Kunz corrió en pos del sonido. Este bien crecía al golpear con fuerza contra las puertas y los postigos cerrados, como si estuviera despertando a la ciudad somnolienta, bien se debilitaba repentinamente y se calmaba. Al principio Kunz andaba a pasos rápidos, después echó a correr: al llegar al cruce, vio en un destello del amanecer la espalda blanca y estrecha de su invitado, que se iba a pasos lentos, pero amplios; las piernas blancas y finas, cubiertas por medias, los rizos que le caían hasta los hombros, todo ello fulguró como una visión instantánea y se ocultó tras la esquina de Kaisergasse. Kunz corrió con todas sus fuerzas; al llegar a Kaisergasse volvió a ver la figura blanca, ahora ya bastante más cerca: andaba sin girarse a mirar, con paso lento pero gigante que resonaba pétreamente, avanzaba y avanzaba; los pliegues blancos e inmóviles de la chupa antigua le caían a lo largo del cuerpo; la cabeza estaba inclinada sobre el rollo desplegado que llevaba en las manos. "



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