Libre (fragmento)Lea Ypi
Libre (fragmento)

"Es posible que Stalin amara a los niños. Es probable que los niños amaran a Stalin. Lo que es seguro, segurísimo, es que yo nunca lo amé tanto como en aquella húmeda tarde de diciembre cuando fui corriendo desde el puerto hasta el pequeño jardín junto al Palacio de la Cultura, sudando, temblando y con el corazón latiéndome con tal fuerza que creía que se me saldría por la boca. Había corrido casi dos kilómetros con todas mis fuerzas cuando por fin divisé el jardincito. En el momento en que Stalin apareció en el horizonte supe que estaría a salvo. Allí estaba, de pie, tan solemne como siempre, con su abrigo sencillo, sus discretos zapatos de bronce y la mano derecha metida dentro del abrigo, como sujetándose el corazón. Me detuve, miré a mi alrededor para asegurarme de que nadie me seguía y me acerqué. Pegué la mejilla derecha contra el muslo de Stalin y con gran esfuerzo rodeé con mis brazos la parte posterior de sus rodillas para quedar así oculta a todos. Intenté recobrar el aliento, cerré los ojos y empecé a contar. Uno. Dos. Tres. Cuando llegué a treinta y siete dejé de oír el ladrido de los perros. El ruido atronador de las pisadas sobre el asfalto se había vuelto un eco distante. Solo resonaban de vez en cuando las consignas de los manifestantes: «Libertad, democracia, libertad, democracia». "


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