Las lágrimas de Juana (fragmento)Arsène Houssaye
Las lágrimas de Juana (fragmento)

"La señorita de Armaillac había encontrado muchas veces en el gran mundo al señor de Briançon; pero sabido es que no le hablaba. Las miradas eran más o menos elocuentes; expresaba el orgullo herido, expresando el arrepentimiento doloroso. Para los que saben estudiar la pasión, había todo un misterio en el brillo fugaz de sus miradas, dos espadas que se cruzaban; para los que pasan sin ver nada, había un hombre y una mujer que no se conocían.
Aquel día, en aquel castillo del siglo XVII, en que se había comido y bailado durante todas las locuras de la Regencia y de Luis XV; en aquel parque todavía poblado de ninfas de Coysevo y de Couston que parecían entristecidas desde que no veían más que trajes negros, Juana se paseó por todas partes con Marcial, perdiendo y volviendo a encontrar a su amiga, escuchando las divagaciones de aquel bello promotor de quimeras a quien de sobra había escuchado, pero a quien hubiera querido siempre oír. Se volvían a encontrar como la primera vez que valsara con ella. Era aquél el mismo vocabulario, la misma dulzura en la voz, el mismo arte de embrollar el bien y el mal en una sinfonía amorosa. La señorita de Armaillac se defendía, pues no podía menos de abandonarse con una alegría nueva a todas las seducciones de aquel burlador de mujeres. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com