La maniobra de la tortuga (fragmento)Benito Olmo
La maniobra de la tortuga (fragmento)

"En un momento de lucidez, en plena lluvia de golpes con dos indeseables sentados sobre él, alcanzó a recordar las circunstancias que le habían llevado a acabar en el aparcamiento de un burdel perdido de la mano de Dios recibiendo la paliza de su vida.
Todo había comenzado con la muerte de una chica. No tenía claros los motivos que hicieron que emprendiera aquella cruzada solitaria para desenmascarar a su asesino, aunque puede que tuviesen algo que ver con el hecho de que sus compañeros y superiores le hubieran repetido una y otra vez que se mantuviera al margen.
El sabor metálico de la sangre le sacó de sus ensoñaciones, enfureciéndole, y entre los dedos alcanzó a ver los rostros jadeantes y sudorosos de sus asaltantes. Si bien los golpes eran demoledores, lo que demostraba que se trataba de individuos experimentados en tales lances, sabía que no tardarían en cansarse y que sus puñetazos se volverían más lentos y menos certeros. Nadie podría mantener aquella cadencia de golpes durante mucho tiempo, «ni siquiera el puto Mohamed Ali», se dijo y resolvió esperar su oportunidad. A pesar de todo, una parte de su cerebro no paraba de repetirle que aquello no era del todo malo y que si alguien se había molestado en mandar a esos cuatro para que le dieran un escarmiento era porque estaba en el camino correcto.
Estaba más cerca de atrapar al asesino de Clara Vidal.
«Si salgo de esta, claro», pensó. "



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