El hombre revenido (fragmento)Emilio Bueso
El hombre revenido (fragmento)

"A mediodía, el río dejó de manar. Se agostó, sin más. Primero su caudal se redujo a un menudo regato y luego el agua dio paso a un cieno hediondo que empezó rezumando, espeso y verde, para terminar por morir en un lodo marrón que se detuvo y sucumbió.
Las viejas del pueblo comenzaron a santiguarse cuando las cigüeñas alzaron el vuelo y dejaron sus nidos tras de sí, abandonados en lo alto del campanario; los sacerdotes piando, los polluelos mirando. La estación y el cielo protestaron al unísono, en el mercado se habló de malos presagios y, cuando el sol se puso, todos los lugareños estaban convencidos de que se avecinaban desgracias.
Entonces vino el hombre revenido. Con él, la ruina.
Llegó al pueblo sin siquiera cruzar la puerta de atrás, apareció por el sendero que se abría tras la puerta sur. Todos los habitantes del poblado sabían que aquel camino no iba a ninguna parte, que era una vereda agreste que daba al cementerio y luego a algunas de las fincas y huertas de los vecinos del lugar. Tras ellas, la nada. Tierras yermas que iban a dar a montañas deshabitadas que rompían contra el mar Adriático. "



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