La ciudad sin judíos (fragmento)Hugo Bettauer
La ciudad sin judíos (fragmento)

"Una muralla humana cercaba, desde el Bellaria hasta la Universidad, el noble, pulcro y tranquilo edificio del Parlamento. A las diez de la mañana de ese día de junio Viena entera parecía haberse dado cita en el lugar donde se desarrollaría un acontecimiento histórico de alcance imprevisible. Burgueses y obreros, damas de la alta sociedad y mujeres del pueblo, ancianos y adolescentes, mozas, niños, inválidos, todos se fundían en un inmenso maremágnum, vociferando, vertiendo opiniones políticas, sudando. Una y otra vez algún fanático salía a la palestra para lanzar su soflama al corro de los presentes; una y otra vez resonaba el grito:
–¡Fuera los judíos!
Por lo general, en manifestaciones similares se propinaba una buena paliza a alguien de nariz curvada o pelo particularmente moreno; esta vez no se produjo ningún incidente de esa índole, pues lo judío brillaba por su ausencia y los cafés y negocios bancarios del Franzensring y el Schottenring habían cerrado sus puertas y bajado las persianas metálicas tras haber sopesado sabiamente las contingencias.
De repente, un bramido colectivo desgarró el aire.
–¡Arriba el doctor Karl Schwertfeger! ¡Arriba! ¡Arriba! ¡Arriba! ¡Viva el libertador de Austria!
Un automóvil descapotado avanzaba a marcha lenta hendiendo la masa humana, que se abría a su paso. A bordo del mismo viajaba un caballero mayor, alto y con la cabeza cubierta de arbitrarios mechones de pelo cano. Se quitó el blando sombrero gris de ala ancha, hizo venias a la multitud vitoreante y torció el gesto en una sonrisa. Pero era una sonrisa amarga, desmentida en cierto modo por los dos surcos que descendían de las comisuras de los labios. Y sus ojos grises y hundidos miraban con expresión más adusta que alegre. "



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