Alberte y Jakob (fragmento)Cora Sandel
Alberte y Jakob (fragmento)

"Alberta se levantó y se cubrió con el chal. Una pesadilla más había tomado forma, una que había vislumbrado en el borde de los sueños malvados. Durante días y noches había sospechado que se acercaba a ella y lloraba de horror bajo las sábanas. Ahora estaba sobre ella y no podía evitarlo. Vivir con este profundo cansancio, este disgusto por todas las posibilidades existentes, este interminable y opresivo gris de la existencia cotidiana detrás y delante de ella, este miedo a la vida, no podía soportarlo. Pero entonces debe hacerlo, debe hacerlo, cuanto antes, mejor.
Era tarde. El último crujido de las tablas del suelo bajo los pesados ​​pasos de papá se había apagado hacía mucho tiempo. Hacía ya un tiempo que el reloj de la iglesia había dado sus cuatro lentos cuartos de campana, seguidos de once campanadas muy rápidas en punto de la hora.
Cuando salió por la puerta trasera y la oscuridad otoñal la envolvió, una ansiedad malévola se instaló como una máscara sobre su rostro, rígido y frío, pero ardiendo y palpitando dolorosamente a través de los lóbulos de sus orejas. Algo se le hizo un nudo en la boca del estómago, como cuando, cuando era niña, alguien le había cometido una injusticia. Pero, así como en ocasiones, a pesar de su miedo, había cruzado el umbral de Dorum y de papá y contradecía a mamá, así dio un paso adelante, luego otro. Cruzó el patio y bajó hasta el muelle de Flemming, como solía caminar por habitaciones oscuras cuando era pequeña; no demasiado rápido, luchando por mantener la calma para engañar a los ojos que la observaban, medio sin sentido por el miedo. "



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