El arte de resistir (fragmento) "Sentados en la orilla, esperando a que pase el cadáver de otro, es más que legítimo que nos concedamos el lujo de escoger de qué lado ponernos, entre Héctor y Aquiles, u hojear el menú de las aventuras de Ulises, junto con sus mujeres. En cambio, si hay que luchar para que el cadáver que pasa junto al río no sea el nuestro, ahí es cuando necesitamos a Eneas. Y, sin embargo, ¿cómo, aun reconociendo que es muy necesario, no podemos dejar de detestarlo, un poco al menos? Pues porque el héroe de Virgilio no hace nada por consolarnos. Mejor dicho, se atreve incluso a provocarnos. La Eneida empieza sobre unas ruinas, las de Troya, y no hace más que desmantelar lo que creemos desear y sentir mientras estamos sentados sobre las nuestras. El miedo, sobre todo. Eneas sufre, sufre en cada uno de sus actos y, sin embargo, parece inmune al chantaje de la angustia. Justo donde nosotros nos quedamos consternados —y con toda la razón—, él sigue adelante y no deja de avanzar. Llora muchísimo, como veremos. Pero al miedo responde siempre con la audacia. No se sustrae al deber de mirar de frente determinadas realidades espeluznantes. No duda en dar nombre a lo que hasta poco antes era desconocido para todos. En enfrentarse a fenómenos que nadie había vivido. " epdlp.com |