El caballero extravagante "Hace ya varios años que camino por las tierras del Santo Padre primero el pesado madero no era en verdad un madero pesado era una dulce carga en mi espinazo eran exactamente tus manos y tu columna ligeramente contrahecha era exactamente tu sexo dulce y cruel eran tus muslos que yo amé extasiadamente pálidos como eran y tersos y lánguidos recorrí varias ciudades como le decía con esa dulce carga a veces una astilla agujereaba mis ropas y me pinchaba horriblemente pero bastaba el recuerdo le juro el recuerdo de la felicidad para que la sangre que manaba de mi costado y manchaba mi camisa fuera apenas un tierno líquido que yo ofrendaba a usted junto a otras cosas no tan extravagantes pero no menos decisivas el recuerdo de la felicidad... cómo decirle lo que vino después cuándo vino o por qué nadie podría resolver este enigma tampoco es necesario el pesado madero es hoy un castillo de madera como aquellos castillos de la estación de Portocaliu castillos los llamábamos más o menos ese es el peso que siento (exagero sin duda, pero quién no exagera) y cómo escarban las astillas usted no podrá saberlo jamás en mi favor puedo decirle que no escucho el rumor de las multitudes paso entre ellas delirantemente anónimo me miran a veces pero no con escarnio burla u odio simplemente me miran como al hombre que sabe disimular el enorme quejido que es destino que mi Santo Padre me entregó (sin yo saberlo) un día cualquiera (qué lejos todo eso) cuando bebíamos un aperitivo en el Hotel de la Medianoche era una mala hora recuerdo. " epdlp.com |