El caballero extravaganteOmar Lara
El caballero extravagante

"Hace ya varios años que camino por las tierras
del Santo Padre
primero el pesado madero no era
en verdad
un madero pesado
era una dulce carga en mi espinazo
eran exactamente tus manos y tu columna
ligeramente contrahecha
era exactamente tu sexo dulce y cruel
eran tus muslos que yo amé extasiadamente
pálidos como eran y tersos y lánguidos
recorrí varias ciudades como le decía
con esa dulce carga
a veces una astilla agujereaba mis ropas
y me pinchaba horriblemente
pero bastaba el recuerdo
le juro
el recuerdo de la felicidad
para que la sangre que manaba de
mi costado y manchaba
mi camisa
fuera apenas
un tierno líquido
que yo ofrendaba a usted
junto a otras cosas no tan extravagantes
pero no menos decisivas
el recuerdo de la felicidad...
cómo decirle lo que vino después
cuándo vino
o por qué
nadie podría resolver este enigma
tampoco es necesario
el pesado madero es hoy un castillo de madera
como aquellos castillos de la estación de Portocaliu
castillos los llamábamos más o menos
ese es el peso
que siento
(exagero sin duda, pero quién no exagera)
y cómo escarban las astillas usted no podrá saberlo
jamás
en mi favor puedo decirle que no escucho
el rumor de las multitudes
paso entre ellas delirantemente anónimo
me miran
a veces
pero no con escarnio burla u odio
simplemente me miran como al hombre
que sabe disimular
el enorme quejido que es
destino que mi Santo Padre me entregó
(sin yo saberlo)
un día cualquiera (qué lejos todo eso)
cuando bebíamos un aperitivo en el Hotel
de la Medianoche
era una mala hora
recuerdo. "



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