Rapport aux bêtes (fragmento) "Esos días que la estoy acechando, Vulva lo intuye porque aprovecha para intentar engatusarme con todos estos suspiros: cree que es porque estoy dispuesto a ir a acostarme con ella, ya que es descuidada en limpieza. Pero trato de hablar, haciendo como que les doy órdenes a los pequeños y al mismo tiempo observo y ¿qué veo? Que ésta Vulva no sabe hablar, que ésta Vulva no entiende nada de lo que estamos hablando y que cuando decimos una frase ella sabe decir sí sí sí y que su boca no se mueve, y que parece como si no ve y que no oye mucho, y que cuando le preguntamos: "¿Qué opinas Vulva, de las semillas?", ella mira fijamente y deja de limpiar y no responde nada mientras mantiene la boca abierta. Entonces me digo que a ésta Vulva no se le ocurre nada, y que en su cabeza no hay nada, como siempre lo he sabido, y la voy a lastimar porque me molesta, no dice nada, siendo una estúpida como ninguna y le doy una bofetada. Me gusta porque no grita, pero llega lejos y al menos aclara las cosas. Está bien y luego me quedo solo con los niños. Para un niño no es difícil, sólo tiene que aprender a estar callado y terminarse el plato, y cuando esté todo limpio sólo hay que gritar: “¡Fuera!”. Cuando lo cerramos, no queda ninguno por ahí. A los niños tampoco les gusta Vulva, no les importa. Aparecen cuando comemos y desaparecen en cuanto intentamos sacar provecho de ellas. Vulva los acuesta por la noche y les dan náuseas cuando quiere besarlos, podemos oírlos disgustarse en cuanto ella cierra la puerta. Los niños se parecen un poco a mí, pero son un poco como Vulva, y eso es lo que es inquietante y por qué no podemos encontrarlos simpáticos y poner su nombre en cada uno. " epdlp.com |