Desobedecer por el derecho a abortar (fragmento) "Estábamos dentro de la definición perfecta de un acto ciudadano, la desobediencia civil. Cuando, en octubre de 1972, Marie-Claire, diecisiete años, embarazada a consecuencia de una violación, es llevada frente al tribunal infantil por haber abortado clandestinamente, ella reivindica su acto. Y su libertad. “Yo no quería un hijo en estas circunstancias. No estaba preparada. Yo elegí.” Es absuelta. La ley represiva vacila. Comienza su deterioro. En noviembre de 1972, tiene lugar el gran proceso de Bobigny. Grande porque hizo trizas la ley de 1920, porque provocó un inmenso debate en la opinión pública, porque movilizó a profesores de medicina y a premios Nobel que se pusieron del lado de las acusadas, porque cambió las mentalidades ya maduras para una nueva ley. El proceso de Bobigny irrumpe en el Parlamento. Ningún partido político, excepto el pequeño PSU de entonces, había aceptado testificar. Los movimientos de mujeres, sostenidos por una opinión que ellas contribuían a formar, ocupaban la calle y los medios. Los integristas religiosos y de todas las tendencias que se oponían al aborto, también se hacían oír. En diciembre de 1974, la ley que autorizaba -en ciertas condiciones- el aborto fue votada. ¿Qué había pasado? ¿Por qué este proceso sigue siendo único en los anales judiciales? Las acusadas habían invertido los roles. Simplemente. Con una valentía inmensa. “Es la ley quien es culpable. No nosotras”, decían ellas -y singularmente Michèle Chevalier, la madre de Marie-Claire. ¿Sabían, estas testarudas ejemplares, que catalizaban así el poderoso movimiento que sacudiría los fundamentos mismos de nuestra sociedad patriarcal? ¿Que su “desobediencia” iba a ser continuada, por otros medios? " epdlp.com |