Mala noche (fragmento)Jorge Franco Ramos
Mala noche (fragmento)

"Cuando tropecé con la cabeza de Rita pensé lo bueno que sería matarse todos los días. Yo vi cuando la degollaron. Un puñal salió de la oscuridad y de un solo tajo le dejó la cabeza colgando de un grito. Creí que la muerta había sido yo, la maldita Rita murió con un vestido que me había robado y no sé cómo diablos se lo acomodó en su montón de carnes. Fui a buscar la cabeza que había pateado. Hinchada como un balón había rodado un par de metros hasta unas canecas, pero un camino de sangre aún la unía a su cuerpo.
—No me mires así, Rita. Yo no te maté. Ganas no me faltaron pero yo sabía que ibas a acabar mal. Mírate no más. Gorda, ensangrentada, con un vestido robado y haciendo fila en el infierno con la cabeza bajo el brazo.Qué vergüenza.
Llevo horas esperando a la policía. Tuve que romper una vitrina para que la alarma los alertara, pero con todo y eso no aparecen. Nadie que se respete anda por aquí en la oscuridad. No quiero abandonar a Rita porque a mi regreso los perros y los mendigos ya se la habrán disputado. No sé si acompañar su cuerpo o su cabeza. No me atrevo a tocarla. Con pataditas cortas trato de acercarlos. Este es el panorama, una cabeza boca arriba, un cuerpo para abajo, una alarma inútil y loca, y la eterna llovizna con la que condenaron a esta maldita ciudad.
—Siento envidia de ti, Rita. Ya saliste de esto. No fue muy decente tu final, pero ya terminaste. ¿Qué le voy a decir a la policía? ¿Que fue una sombra la que te mató? ¿Que tu cabeza siguió gritando mientras rodaba? ¿Que por qué si nos odiábamos estoy aquí salvándote de la rapiña? Que le pregunten a la luna que estaba llena. Ella lo vio todo. ¿Que la luna no puede hablar? Una cosa es que no hable pero otra muy distinta es que no vea. ¿Que por qué rompí el vidrio, que por qué estoy aquí? Mira en la que me estás metiendo, Rita. Si yo hubiera tenido tu suerte y tú me hubieras encontrado, estoy segura de que no me acompañarías. Te habrías puesto a esculcar en mi cartera y a maltratar mis muñecas para sacarme las pulseras. Eso fue lo que nos diferenció grandísima hija de puta, tu baja cama y mi cuna de algodón. Pero no nos engañemos. No es mi nobleza la que me obliga a presenciar este bochornoso espectáculo. Ya te lo dije, quisiera estar en tu lugar, quisiera saber cómo es ese pavoroso trance.
Con otro par de pataditas acomodé la cabeza al lado del cuerpo. Me hubiera gustado levantarla para que tuviera un vista panorámica de su muerte.
—Así te queda más fácil mirarte. Ahora dime, qué ves, qué se siente. Dime Rita, qué sientes, cómo te ves. !Habla gorda inmunda! ¡No ves que me estoy mojando! Ahora que llueve puedo llorar tranquila. Rita no lo notará. Las sombras comienzan a acecharme. No estoy sola, por lo menos cien miserables almas me acompañan. Se mueven con la misma agilidad de las ratas y con su misma intención. No se ven pero se sienten. Se deslizan como fantasmas vivos. Mi llanto es una carnada mortal pero el cuadro de Rita los mantiene a raya. Otro cigarrillo mojado, otro cigarrillo perdido. Quiero que me trague la tierra. "



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