La claridad (fragmento)Marcelo Luján
La claridad (fragmento)

"Puede que haya sido la belleza.
Con el crepúsculo y el aguijón siempre envenenado de los celos.
O el atenuante que dan las más inesperadas oportunidades.
Puede que haya sido apenas una comunión maldita de todos esos astros alineados para la desgracia.
Sería imposible precisarlo.
Lo cierto es que ahí van las dos, un tanto separadas pero envueltas en los albores de la primavera tardía. Van como si en verdad estuvieran dando un paseo por el valle. Un paseo que podría explicarlo todo: la casa y la tarde y enseguida el crepúsculo y en el corazón del bosque la aparición mágica de una oportunidad.
Tal vez la atracción de esa casa maldita.
Y los celos y el bosque y la maldad.
Lo cierto es que ahí van las dos.
Diez o quince metros separan una bicicleta de la otra.
Astrid va delante, la empuja un ritmo sereno, pero también vertiginoso. Va, además, escuchando música y por eso lleva unos cascos que apenas se notan en los recovecos de sus pequeñas orejas. Marta va detrás: un poco a rastras, arrepentida de haber salido del camping con la intuición de que Fran ya no la quiere. Hace un momento pedaleaba llorando. Del dolor a la ira no hay ni diez ni quince metros
porque apenas hay distancia. Por eso ahora va enfurecida.
Pedalea con esfuerzo. Y piensa. Piensa, Marta, mientras pedalea furiosa, las piernas agarrotadas por la voluntad.
Piensa: Esta tía es imbécil. Y pedalea. Y mientras pedalea y maldice a Astrid, siente cómo el sudor le cubre la cara y el torso, y también la entrepierna y los muslos debajo de las mallas negras. "



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