Un cuento de mayo (fragmento) "Praga le disgustaba, los amigos no eran para él y era un poco lánguido, vacío, monótono, repugnante consigo mismo, "extraño". Así preferiría estar todavía solo: sin gente, sin amigos, solo en el mundo entero. No queda rastro de su antigua alegría, mente frívola y venas aventureras. Sus conocidos no lo reconocieron. Se esforzó, se obligó a volver a la exuberancia anterior, pero le faltaba el corazón, su mente estaba vagando por otra parte. Hablaba como el último de los últimos, pronunciaba palabras sordas, frases ciegas y como si algo le pesara, miraba al suelo, a la esquina de la mesa, a todos lados, pero no a los ojos de la persona a quien estaba hablando. Se sentía como un barco arrojado a la danza de las aguas y que le olvidó hacerle un remo. La corriente lo arrastraba y el nadador no sabía hacia dónde. Le hubiera gustado detenerse, agarrarse a la orilla, pero la hierba estaba arrancada, las olas seguían jugando con el barco. Época de juventud gloriosa, difícil, pero hermosa. Un momento en el que los ojos se vuelven ciegos, la boca se queda muda, la cabeza sufre y el corazón late con una especie de ansiedad inexplicable. Todo el resto del mundo pasa a un segundo plano y todo en él depende de esta primera y única pregunta: ¿qué es este tormento, de dónde viene este gran sufrimiento? Siente el poder en sí misma y no sabe dónde derramarlo, dónde desperdiciarlo, siente el brillo en sí misma y no sabe a quién confiará su rayo. " epdlp.com |