Casi perra (fragmento) "El cielo se pone azul eléctrico cuando te pienso. Francia, decías vos, pero Francia es solo un lugar en el mapa y que a mí nadie me discuta el color de mi cielo. Eléctrico y punto. Desde que arrancó el tren, hay un olor que me descompone. El azúcar de las frutas abrillantadas me da náuseas. Cierro los ojos, aspiro el juguito de la mandarina. Quiero olvidarme del mundo, concentrarme en el cítrico. Ser toda yo un silencio ácido. Pero una gota va a parar al fondo de mi ojo y me obliga al afuera. No le devuelvo el gesto a la mujer que está sentada frente a mí. Yo solo quiero mi recorte de cielo. Que nadie me hable, que nadie me venga a decir lo que tengo que mirar. Que me dejen sola y tranquila con este cielo que es mío. Tiro las semillas al piso, las pateo debajo del asiento, donde se acumula la basura de los otros. La mujer ya no sonríe, no intenta nada conmigo. Habla por teléfono en un idioma extranjero mientras mastica sin ganas. Ahora que no me ve, la miro. Se le escapan las migas cuando pronuncia esas palabras raras, llenas de jotas y de erres. ¿Quién le enseñó a hablar así? ¿Cuál será la lengua madre que la tiene tan confundida? ¿Por qué la madre siempre es una lengua? ¿O es la lengua la que se hace madre? Imagino una ronda de nenitos huérfanos abriendo la boca. Ella, en cambio, mueve los labios despacio. Estira las vocales como si no quisiera perderlas. Se agarra con fuerza la cadenita del cuello y a mí me incomodan sus ganas de ahorcarse ahí mismo, esa voz grave que se escucha al otro lado del teléfono. El sonido de un mar adentro de un caracol. Ahora el nene de oro queda colgado, como pidiendo auxilio entre los huesos de su clavícula. Ella cambia el tono de voz. Deja de hablar con tantas jotas. Es solo un cuerpo amorfo, lleno de lenguas mezcladas, lenguas hermanas, lenguas serpientes, lenguas sueltas que intentan comunicarse. " epdlp.com |