Nora (fragmento)Ferdinande von Brackel
Nora (fragmento)

"Nora nutría la esperanza de reconquistar para la fe a aquel padre a quien tanto quería, pero el día del triunfo estaba aún muy lejano; así es que era para ella un consuelo el ver que Curt coincidía con ella en este punto. Degenthal había tomado por lo serio la obligación de ser siempre un sostén, un protector para ella, Muchas veces pensaba en el porvenir, del que Nora no hablaba nunca, pero pronto desechaba aquella idea para vivir sólo de lo presente: Había escrito inmediatamente a su madre explicándola cuándo y cómo había encontrado a Nora; pero como al parecer la señora Degenthal no había prestado atención alguna a aquel asunto, no le habló más de sus visitas a la quinta. 
Sucesivamente se presentaron otras visitas, y Nora no se fijó en que se trataba sólo de hombres, en su mayoría estudiantes. Es circunstancia propia de la libertad dorada, pero peligrosa, de la vida de los estudiantes el que tenga entrada en todas las sociedades, -teniéndose siempre en los límites de la buena educación. 
Á madama Emilia le gustaba rodearse de un circulo de adoradores, en cuyo honor pudiera lucir sus galas, y por su parte el director no estaba disgustado de encontrar gente en su casa cuando regresaba a ella. 
En las fiestas públicas, ya se tratara de conciertos o de teatros, que gustaban mucho a madama Emilia, no había que buscarse jamás a Nora, pues bastó una mirada severa que le dirigió Curt una vez que la madrastra invitó en su presencia a la joven, para que ésta no quisiera aceptar nunca. Le gustaba hacer expediciones acuáticas, recorrer la campiña en carruaje, a caballo o a pie, y varios jóvenes la acompañaban, observándose un convenio tácito, y era que nunca Nora tomaba parte en aquellas excursiones cuando no iba Curt, quien ejercía sobre ella un derecho de protección fraternal. Nora se sentía tranquila cuando él se hallaba a su lado; pues creía, no sin razón, que su presencia daba cierto tono a toda la sociedad. Efectivamente, la actitud seria y respetuosa de Curt con aquellos señores, imponía a sus compañeros.
Así pasaron varias semanas, y muchas visitas sucedieron a aquella de que hemos hablado, visitas llenas de un entusiasmo puro e inocente. 
Uno de los últimos días del mes de. Mayo, una alegre comitiva andaba por el pintoresco camino que conduce al antiguo Rolandseck. Madama Emilia, cubierta la cabeza con un pequeño sombrero negro adornado con una pluma encarnada, mostraba la coquetería necesaria para atraer a su alrededor a los jóvenes excursionistas, Sus respuestas atrevidas, su risa alegre y estrepitosa y su pequeña nariz arremangada, producían bastante efecto, aunque alguna vez traspasaran los del buen tono. No le gustaba representar siempre la dama matrona, y por lo tanto no le incomodaba el que su hijastra se adelantara, procurando ella, por el contrario, hacer su marcha más lenta."
-Traducción: Joan Mañé i Flaquer-"



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