El caudillo (fragmento)Segundo Serrano Poncela
El caudillo (fragmento)

"Apoyándose en los codos sobre la mesa, esconde también la frente entre ambas manos y se aprieta las sienes, cerrados los ojos, contraído el ceño, temblándole la flácida piel de la garganta que una respiración agitada hace temblar. Los escasos cabellos, sobre sus orejas, se han alborotado; su cerviz late, se le han hundido los hombros. Es, en verdad, una ruina sin el esplendor ficticio que concede a las ruinas humanas el aparato público del poder.
[...]
Tú, pueblo tranquilo, reposa en paz. Reposa o decide:  
Agita las aguas del tiempo. Retorna al pasado.  
Abre las arcas de la guerra. Impulsa o espera.  
Sean tu voluntad, tu proyecto, tu sueño.  
Los pueblos soportan sus caudillos; los caudillos  
que se merecen. Los pueblos hacen y deshacen caudillos.  
(...)  
Si tú que sufriste la carga y el duelo respondes con silencio,  
¿dónde queda tu sabiduría?  
Palabras son de sabio:  
Si tú que pagaste denario por la prueba respondes con silencio,  
¿dónde queda tu sabiduría?
[...]
Era un teatro como el que pasa en la carreta del Quijote: sencillo, montado casi siempre en la plaza pública, con un escenario levantado con maderas toscas por los propios muchachos artistas (...) y en pocos momentos estábamos ya en función, regalando a aquella pobre gente olvidada un poco de recreo y bienestar espiritual. "



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