Diario de Rosario (fragmento)Paloma Fabrykant
Diario de Rosario (fragmento)

"Acabo de tirar una piedra grande y compacta por el inodoro. Me la pasé por las encías y la despedí con un beso. Me voy a terminar lo que queda en un rato. Calculo una hora bajando. Después vendrá el momento en que realmente no quede una molécula de serotonina en mi cerebro y ahí me invadirá la pulsión de muerte. Por eso nunca quise tener un fierro en casa, a pesar de que hice los papeles, pasé el psicotécnico y pagué las comisiones para ser legítimo usuario de arma de fuego. Mejor no tener una salida tan fácil para los picos de angustia.
Lo que pasa también es que no entrené. No existe un mejor ansiolítico. Volás con subidón de endorfinas y aterrizás con el cuerpo destrozado pero la mente en paz. Es la única sana de mis adicciones. Al menos en el plano moral, en lo físico estoy hecha percha. Ya pasé tantas veces por el quirófano que no las cuento. Placer sin remordimiento justifica una fractura cada tanto.
A las dos y media solo queda una piedra minúscula. La aplasto con una tarjeta de crédito contra la madera de la repisa y forma un montoncito de polvo volátil. Armo una línea larga y finita para que dure más. Uso de canuto un billete de mil. Ahora tengo que ocuparme de preparar todo para acostarme antes de que mi última energía me abandone y dé paso al vacío. Me asusta la velocidad con la que tomé, una carrera contra el reloj que no tenía chance de ganar. Dormiré poco y cortado. Llegaré a La Parri con malísima cara. Moriré en el auto. Seré una sombra todo el día. Después, un sueño reparador de noche completa y levantarme para ser la más encantadora de las Valentinas que se haya visto jamás. "



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