Mis mendigos (fragmento)Joaquín Arderíus
Mis mendigos (fragmento)

"La contemplé breves instantes.  Fui a darla un beso en la boca, ¡en aquella boca, abrevadero carnal de tantos hombres, y retrocedí sin beber!  ¿Qué iba a beber?  ¡Estaba tan seca! La simiente de la negación hizo germinar en mí el deseo.  ¡Qué instantes aquellos!  No hay cosa que más aliente el sufrir que unos ojos videntes. ¡Bienaventurados los ciegos!  ¡Bienaventurados los ciegos, porque para ellos no existe la luz!  ¡Oh, la luz!  Eres la ráfaga de viento que destrozas en mil Jirones el discreto manto de las tinieblas para mostrar el fantasma terrible de la vida.  ¡Tierra! ¡Tierra!  ¡Cuánto más tierra mejor, que sofoque el hedor de lo podrido y tape sus gusanos!  Todo mi ser se transformó en ojos. Abrí, con mi mirada, en todo su cuerpo infinidad de brechas.  Vi su espíritu.  ¡Estaba muerto! Y he aquí mis amores con un cadáver. Ella dormía y yo la miraba.  ¡Qué pulsadas daba mi corazón!  Temí despertarla. 
La luz que iluminaba la estancia me pareció indiscreta.  Yo necesitaba otra claridad más velada, más dulce. Sin hacer mayor ruido que una mariposa al dirigir su vuelo desde una flor a otra, yo descendí de la cama al suelo. Apagué la lámpara. Todo quedó a obscuras. La baraúnda de abajo hacía ya un rato que había cesado.  Reinaba un silencio absoluto. Yo, inmóvil en el centro de la estancia, conteniéndome la respiración, apoyado contra algo que me había tropezado al paso, estaba irresoluto. Sentí miedo.  ¿Acaso iba a robar algo y temía ser sorprendido? 
No miento.  Vi cruzar por delante de mis ojos un ave negra, grande.  Tenía la figura de un cuervo.  En el buche llevaba escrito, con letras de un color verdoso muy fuerte: "Crueldad".  A los pocos instantes pasó otra.  Esta última era blanca, del tamaño y figura de una paloma, y en semejante sitio que la otra, la siguiente palabra, en un color overo: "Amor". "



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