Las hijas de Danaus (fragmento)Mona Caird
Las hijas de Danaus (fragmento)

"Apenas había luz suficiente para distinguir las cinco figuras humanas en la penumbra del desván; los rayos de la luna tenían que filtrarse a través de las profundas troneras de la torre del homenaje. Menos iluminación habría bastado para revelar el antiguo carácter del desván, con su techo bajo y las molduras graduadas de la cornisa, que daban el efecto de una cúpula poco profunda. La casa era evidentemente muy alta, pues desde las ventanas se podía ver a kilómetros de distancia un paisaje desolado, fríamente iluminado por los rayos de la luna, que estaba casi en su plenitud. En la penumbra se filtró de repente el sonido de un instrumento animado: una melodía de carrete tocada, por así decirlo, en voz baja, pero con todo el jolgorio y el énfasis alegre de aquella embriagadora música primitiva. Y entonces, en el bajorrelieve correspondiente, pero con no menos énfasis, los ocupantes de este singular salón de baile comenzaron a bailar. Uno podría haberlos imaginado como una compañía nocturna de muertos, resucitados de sus tumbas para esta juerga secreta, tan extraña era la apariencia de las figuras en movimiento, con la luz de la luna iluminando, al pasar, sus rostros o sus manos. Bailaban excelentemente bien, como si fuera de nacimiento, moviéndose entre las sombras, con ocasionales zapateos, al ritmo de la música, y de vez en cuando ese salvaje grito o alarido celta que estremece los nervios. A pesar de que toda la escena se desarrollaba en un tono bajo, parecía ganar en intensidad gracias a esa circunstancia, y en un efecto fantástico. "


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