Divagando por la ciudad (fragmento) "Expediciones a tierras lejanas transmutaron pequeñas miserias— codicias, ambiciones, envidias...— en sueños hermosos de gloria y poder. Pudieron los pobres llegar a ricos, trabajar los ociosos y rectificarse los extraviados; los vencidos y los desengañados elevarse a héroes y a genios; y olvidar los que sufrieron desdenes de amor. Acaso sea esta la misión del espacio, como la del tiempo y la de la muerte: idealizar la vida, desvaneciendo los detalles ridículos de la comedia, sirviendo de lenitivo para los dolores del drama... Y surgieron las agencias de viajes. Y celebraron concursos con las compañías de transporte y con las mansiones de hospedaje; editaron guías, organizaron excursiones, hicieron el reclamo... Y allá van turistas y más turistas, de prisa y reglamentados, como turba de peregrinos, extasiándose ante los objetos que señalaron con un asterisco el Joanne o el Baedecker... El turismo ha hecho exótico lo que antes era una necesidad espiritual. El turismo, sin embargo, tiene el encanto de todo lo que pasa... y no vuelve más. Pero aún vagan por la tierra peregrinos ilusionados, romeros del arte y del amor. En las calles, en las playas, en las alturas han buscado los hombres la salud, que perdieron en los ajetreos del moderno vivir. Si es muy cierto que la higiene del cuerpo sirve, a veces, para curar el espíritu y equilibrar la vida, ¿no podríamos, asimismo, vigorizar el cuerpo con la regeneración del alma? ¿Por qué no habrá sanatorios de almas? En tiempos de misticismo y de fe los monasterios, los conventos... No, no es eso... Preocupados en tranquilizar sus conciencias, procuraron olvidarse de la materia, de la carne inquietadora... Y había de ser... En pleno campo sólo pueden vivir— sin aburrirse y sin descender — los muy cultos y muy soñadores, los amadores de la soledad y del silencio. De las aldeas huyó la paz que cantara Virgilio: y a ellas llegaron todos los vicios, y ninguna virtud, de las ciudades. Hay en las poblaciones viejas, históricas, como en las muy nuevas, un vivir que no es vida; hay en aquéllas una calma que parece de muerte, y hay en éstas una agitación que semeja delirio poético. " epdlp.com |