Naturaleza e historia (fragmento) "Las tres ramas del saber humano parecen no poder comprometer lo que determina la autonomía de cada una de ellas: su articulación interior, en medio de la totalidad del saber, queda subordinada a la idea de lo nuevo, que, ausente en el dominio de la ciencia de la Naturaleza inorgánica, se hace presente en el de la Naturaleza orgánica, para aparecer por fin en el dominio de las ciencias del Espíritu como lo Nuevo que toma conciencia de sí mismo. Se podría pensar que lo Nuevo, en los tres sectores del conocimiento, reviste el carácter de una categoría ontológica. Tal no ha sido nuestro pensamiento, por cuanto, deliberadamente, nos colocamos desde el comienzo en el plano epistemológico. Al enfocar lo irrepetible como lo nuevo, le hemos dado un sentido determinado: el de residuo de la reducción explicativa de la vida en el marco de la Naturaleza inorgánica. Tal vez habría lugar para distinguir, en el orden de ideas que se conectan con lo Nuevo, entre lo que se alude con la expresión "el nuevo ser", y lo que se alude con esta otra: "la novedad de ser". El primer caso sería, por ejemplo, el de una creación artística; sería además el de una fuerza vital imaginada como un agente agregado o sobrepuesto a los fenómenos fisicoquímicos. Para que lo Nuevo, que distingue la vida de la naturaleza inorgánica, pueda tomarse en este sentido, habría que asimilarlo a una especie de ectoplasma orgánico que vendría a sumarse a la estructuración fisicoquímica del ser viviente. Por cierto, que a nadie se le ocurriría pensar tal cosa. Tomemos el caso del descubrimiento relativamente reciente (1918) que permitió establecer la aparición, en una etapa determinada (la de gastrulación), de un centro organizador en el embrión de ciertos vertebrados. Lo Nuevo aquí no podría ser un ectoplasma a caballo de la organización fisicoquímica sostén de la vida. Lo Nuevo en referencia no es, pues, "el nuevo ser" ("le nouvel etre"), sino más bien "la novedad de ser". " epdlp.com |