El espejo "Tiene la blanca mano apoyada en el libro pequeño, sobre las pequeñas hojas blancas donde, absorta, se pierde. Hundida en el sillón, los ojos tibiamente impregnados de sensación de ver, aunque sin forma; en torno los objetos se alzan como muros a los que sólo la incansable profundidad de las pupilas puede ahondar en plenitud, y observa el modo simple en que se acopla el mundo a su tacto, sin queja. Cuanto sus dedos asen fuertemente lo tiñen de lucidez. Del cerco nunca insalvable de la lejanía en que hasta las palabras más repentinamente próximas participan la protege este libro pequeño, en cuyas pequeñas hojas blancas sus blancas manos se posan. Y algún vago deseo le asalta: «cuerpo hermoso para ofrecer, quién sabe, blando muslo, labios acaso con temblor de aurora». Pero apenas si el brazo, febrilmente extendido, roza el sereno cristal que nada responde. Ciego el espejo es para el que en su pulida entraña no consigue iniciarse con claridad. Y vuelve a acariciar su cuerpo, que, de nuevo, insensible, se funde en la lejana realidad envolvente. Cuando ha dejado de sentir el apacible mordisco de las últimas luces cierra con lentitud el libro. Y comienza otra noche, en donde los objetos, incluso los más cercanos, también a ella la ignoran. " epdlp.com |