|
La Sra. Stråhle (fragmento) "La señora Stråhle esperaba con impaciencia a su hija, contemplando, durante mucho tiempo, la vía. Por fin la vio. El tren levantaba algunas columnas de humo de forma intermitente, y su figura emergente fue creciendo y creciendo hasta que los vagones de desembarque entraron en el vestíbulo de la estación. La pequeña y brillante Ida asomó su cabeza por la ventana de un compartimento. El largo cabello y las gruesas trenzas caían hacia adelante y quedaban en suspenso por su enérgico movimiento. Ella saltó del carruaje a los brazos de su madre. Luego las dos se marcharon hacia casa, igualmente felices ambas por el reencuentro. Se sentaron a descansar en el parque mientras escuchaban el canto de los pájaros, que se piaban unos a otros y hacían oscilar sus largos plumajes. Es justo como lo hacemos tú y yo habitualmente, dijo Ida, besó la mejilla de su madre, la sacudió y la saludó con tal energía de modo que estuvieron a punto de caerse del banco. La alegría de Ida finalmente se convirtió en lágrimas, y así sucesivamente... Se pusieron en camino a casa. Allí estaba la vieja Frida en las escaleras con su gran delantal y sus mangas arremangadas, dándoles la bienvenida. Había decorado una mesa de cumpleaños con flores para Ida y cubierto una silla grande con hojas frescas. Al dar el reloj las cuatro de la mañana, se había levantado para hornear el pastel. La tarta de cumpleaños con el nombre de Ida y su año de nacimiento y entonces pensó en cómo había sido ese día hacía diecisiete años, cuando recibió al pequeño bebé recién nacido, envuelto en un chal y gritó alborozada. El patrón acababa de morir, víctima de una grave enfermedad, y solo Dios sabía lo difíciles que habían sido aquellos momentos convulsos en sus vidas. Después de que Ida admirara sus regalos, comenzó a decir tonterías sobre lo que había experimentado desde entonces hasta llegar al divorcio, todo mientras le servía té a su madre. " epdlp.com |