Mamá se casa (fragmento) "El espíritu luterano rondaba la cabaña y la granja del caballero. Fue precisamente Lutero quien introdujo la arbitrariedad de la brutalidad a través del jefe de familia, nacido de la simiente divina y que había concedido fielmente que la voluntad de Dios fuera llevada a cabo por campesinos en lugar de por un sacerdote. Lo único que la encomienda pastoral o el desarrollo personal podían ganar con esto era que todo se volviera aún más confuso, que las mentes y las almas se endurecieran y encriptaran en un contorno más lúgubre que el que habría impulsado el sacerdocio. [...] Ahora ya no la odiaba ni la amaba, Le tenía miedo. Ella se parecía al terrible Dios referido en el diario de la abuela. El que contemplaba en la tiniebla. El que andaba castigando y sometiendo al mundo como un tirano, a quien se le permitía hacer casi todo sin que nadie lo reprendiera. [...] Me avergüenza confesar que lo que comíamos no era otra cosa que gachas de harina de centeno con agua de almíbar, leche rancia, carne de caballo, salchichas y, raramente, mantequilla. Sopa de carne y carne con rábano picante o albóndigas los domingos, cuando había trabajo. Me ruboriza igualmente hablar de los periodos de desempleo. Café de achicoria mezclado con almíbar y pan de centeno masticado, a menudo, comprado ya casi caduco y a muy bajo precio, ésa era a menudo la única minuta del día, incluso cuando había trabajo. " epdlp.com |