Indian express (fragmento) "Si todavía cabe rescatar algo de esa India que se ofrece más allá de nuestra mesa, ahora es el momento de dejarnos llevar hacia una de esas cumbres de belleza y exhalación. El flautista parece sumido en una especie de peregrinaje, de búsqueda. Aunque se trata de una raga conocida, clásica, con cada nota parece abrir nuevos caminos, caminos cada vez más sutiles, volátiles, adentrándose en el cielo azul marino. Se diría que cierra los ojos para no perder el camino. Un bol donde quema incienso preside el escenario, acompañando la música como si se tratara de una ofrenda, un rito, un lugar y momento de tránsito al terreno de lo sagrado. Que no otra es la función de la música en esta India donde cada hora del día se presenta con su ofrenda, ofrenda de flores, ofrenda de incienso, ofrenda de salmos, ofrenda de arroz; donde hasta los actos cotidianos más elementales tratan de imitar a los dioses y llevar a los humanos a su terreno. Y de nuevo, la India se impone. Esa India todopoderosa que termina por doblegar la más rebelde de las voluntades, dar la vuelta al rechazo; esa India que había venido buscando y evitando por todos los caminos de Kerala, esa India por la que un día me quedé en la India, esa India a la que vuelvo una y otra vez y a la que más temo; ese lugar de la alegría al que me acerco con cautela, como un gato. La música suena ahora con acordes cálidos y sostenidos de suave hoguera, de zarza ardiente; cítara, tabla y flauta unidas en una combustión única, tan trenzadas como el agua de los tres mares. La quietud en las mesas vecinas revela cuánta simpatía o afinidad animal hay en estos momentos entre los hombres y cuanto les rodea. En tan perfecta consonancia con la brisa cálida y húmeda, el oleaje de fondo, la palpitación del mar, hasta mi vida caótica y descentrada parece cuadrar por una noche con esta tierra que da vueltas y esa luna evasiva." epdlp.com |