En el naranjal, de Días que seránJuan Carlos Marset
En el naranjal, de Días que serán

"Muerto en el naranjal
el viejo arcángel ve
del cielo abrirse el párpado
celoso y el incendio

descendido del ojo
naranja al derramar
su lágrima de llamas
amargas enramada.

Cada naranja un ojo,
cada hoja un ojal,
cada pájaro un poro
por los que al fin se ve

mirado por el sol,
membrado por su dios,
llamado por la voz
por la que al fin se va

tras otra aurora ahora.
Bajo el nogal quien fuera
el nunca sido así,
desasido a la higuera

sin hogar por la hoguera,
se ahorca en la noguera
con la soga certera
de una espera que ahoga

el deslumbre del ojo
anegando en el pozo
enojado el reposo.
Asombradas las sombras

siendo vistas de verse
por aguas más oscuras
que las suyas, un rostro
le muestran, un revés:

una culebra negra
volando se encarama
sobre el brocal, le arranca
el ojo avieso al bies

arrojándolo al blando
barro desangelado
donde el bocado angélico
se esconde del sol viéndose.

El tuerto resucita,
la vista al cielo apunta
y en la fosa del ojo
una pequeña nuez

verde le incrusta fría
una savia sabor
a sed de sabia muerte:
a muerte de otra vida."



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