En el naranjal, de Días que serán "Muerto en el naranjal el viejo arcángel ve del cielo abrirse el párpado celoso y el incendio descendido del ojo naranja al derramar su lágrima de llamas amargas enramada. Cada naranja un ojo, cada hoja un ojal, cada pájaro un poro por los que al fin se ve mirado por el sol, membrado por su dios, llamado por la voz por la que al fin se va tras otra aurora ahora. Bajo el nogal quien fuera el nunca sido así, desasido a la higuera sin hogar por la hoguera, se ahorca en la noguera con la soga certera de una espera que ahoga el deslumbre del ojo anegando en el pozo enojado el reposo. Asombradas las sombras siendo vistas de verse por aguas más oscuras que las suyas, un rostro le muestran, un revés: una culebra negra volando se encarama sobre el brocal, le arranca el ojo avieso al bies arrojándolo al blando barro desangelado donde el bocado angélico se esconde del sol viéndose. El tuerto resucita, la vista al cielo apunta y en la fosa del ojo una pequeña nuez verde le incrusta fría una savia sabor a sed de sabia muerte: a muerte de otra vida." epdlp.com |