La belleza es una herida (fragmento)Eka Kurniawan
La belleza es una herida (fragmento)

"Como sucedía a menudo, Rosinah sonrió sin más. No podía hablar más que con un murmullo incoherente, pero sí sonreír, y le gustaba. Dewi Ayu le tenía mucho cariño, sobre todo por esa sonrisa. En una ocasión la había llamado «niña elefanta», porque, por mucho que se enfadaran, los elefantes siempre sonreían, como los que se veían en el circo que llegaba casi siempre a fin de año.
Con esa alegría siguió trabajando Rosinah, en absoluto molesta. Cuidaba a la niña, entraba en la cocina dos veces al día y hacía la colada todas las mañanas, mientras Dewi Ayu seguía en la cama casi sin moverse y parecía de verdad un cadáver a la espera de que acabaran de cavar su tumba. Por descontado, cuando tenía hambre se levantaba y comía, e iba al baño por la mañana y por la tarde, pero siempre regresaba y se envolvía en la mortaja para tumbarse con el cuerpo rígido y bien recto, las dos manos encima del vientre, los ojos cerrados y los labios curvados en una leve sonrisa. Algunos vecinos se acercaban a espiarla por la ventana, que estaba abierta. Una y otra vez, Rosinah trataba de ahuyentarlos, pero nunca lo conseguía, y la gente preguntaba por qué Dewi Ayu no se suicidaba para acabar antes. Ella reprimía su sarcasmo habitual y permanecía en silencio completamente inmóvil.
La muerte tan largamente esperada se produjo por fin la tarde del duodécimo día tras el nacimiento de la espantosa Bella, o al menos eso creyó todo el mundo. La señal de que se acercaba el momento llegó por la mañana, cuando Dewi Ayu advirtió a Rosinah de que no quería su nombre escrito en la sepultura, sino un epitafio con una sola frase: «Parí cuatro hijas y luego morí». Rosinah oía perfectamente y sabía leer y escribir, así que anotó el mensaje en su integridad, pero el imán que ofició el entierro rechazó la orden de inmediato, por considerar que una petición tan disparatada hacía la situación aún más pecaminosa, y decidió por su cuenta y riesgo que no se inscribiría nada de nada en la lápida de aquella mujer."



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