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Oficina de correos del sur (fragmento) "Se enderezó lentamente y visiblemente cobró vida. Soy funcionario, Sra. Kovácová, miembro de una rama que tiene sus propias normas y reglamentos establecidos por ley. Estoy obligado a respetarlos. Y le aconsejo que haga lo mismo. Como particular, puedo mostrar cierta comprensión ante sus preocupaciones, aunque, lo siento, tengo dudas al respecto, pero como administrador de una entidad financiera, no las tengo en absoluto. Soy responsable ante el Estado al que sirvo, de esta parte de su frontera soberana, y también soy responsable del desempeño del servicio de mis subordinados. Soy financiero, y su esposo es contrabandista. Sus acciones van en contra de los intereses de este Estado, en contra de los intereses que defiendo aquí con mis hombres. Así que, si me entiende bien, ¡no debo, no quiero y no perdonaré sus actos! ¡Por favor, no me interrumpa! Lo que le digo aquí, ya no lo digo como vecino ni como conocido suyo. Perdóneme por enfatizar esto, pero estoy aquí y le hablo como funcionario, y solo como funcionario. Espero que juzgue y califique la visita de esta manera, y no de otra. Usted sabe muy bien, por supuesto, porque de lo contrario no abusaría de ella, que no insulto ni hago daño sin razón. En este pueblo, y usted lo sabe, nadie dice a mis espaldas que no estoy bien, que no tengo sentido del honor, aunque, y lo sé muy bien, aquí nadie habla de quererme. Lo sé. Desde mi llegada a esta estación, a algunos se les ha dado un toque de atención. Pero a muchos, como usted sabe, no les pasó nada porque se les dijo que dejaran de contrabandear. El contrabando floreció aquí como la hierba. Nunca tuve fama de traficante con conciencia, aunque hay oportunidades de sobra en este servicio. Y aquí también, porque aquí los pobres no contrabandean, como sucedía y sigue sucediendo en la frontera norte. Lo entiendo, la gente no me soporta, no ocupo un cargo que celo por la misericordia, que otorga y divide, un funcionario como yo no puede buscar su propia felicidad y satisfacción en la bondad ilimitada y la reconciliación con todos, pero solo con un sentido de honor, acción honesta, juego limpio y deber. No soy sacerdote, y deben comprenderlo. Llevo diez años sirviendo en esta organización, así que sé muy bien dónde empieza y dónde termina cada entendimiento. Estoy aquí por tercera vez, pero la última. He venido a advertirles porque siento lástima por sus hijos." epdlp.com |