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La Tormenta (fragmento) "¡Mis queridos hermanos Boyane y Naydene, mi querida hermana Ruska Kutyo Gancheva! ¡Mi cuñado Kutyo! ¡Mi sobrino Dimitri! ¡Y ustedes, queridos compatriotas, que me han brindado su apoyo! No me calumnien ni me reprochen, mis queridos amigos, pues he tomado la pluma para darles noticias sobre su hijo, hermano y pariente, que sin duda traerán confusión y tristeza a sus queridos corazones. Pero considero mi principal deber informarles que he decidido cumplir con este cometido, porque no me resulta sencillo desvelar un secreto a cualquier persona, ni siquiera a ustedes, con quienes me considero de la misma sangre. Lo que debo informarles, mis queridos amigos, es que he decidido dejar la estimada Universidad de Moscú, donde he sido estudiante a tiempo completo desde el otoño pasado. La razón de esta decisión, aparentemente descabellada e ingrata hacia todos ustedes, son las duras pruebas que enfrenta nuestra fraternal y protectora Rusia. No es el turco quien la amenaza; él, como antes, es incapaz y reticente a hacerle daño, pero tras él se encuentran dos de los reinos más poderosos de Europa y del mundo: Francia e Inglaterra. Una feroz batalla se librará en el sur, amigos míos, en la que estarán en juego Rusia y el zar. Y después de pensarlo durante días y noches sin dormir, me convencí de que sería repugnante e indigno de mí, como búlgaro y descendiente de Sildarov, si supiera decir "dar" y nunca "recibir". Y decidí que hoy, cuando el abuelo Iván no da, sino que necesita ayuda, no puedo quedarme de brazos cruzados y que mi única preocupación deba ser los libros y el amor por el conocimiento. Y por esta razón, queridos amigos míos, dejé la Universidad de Moscú y solicité ser aceptado como soldado en el ejército que luchará por la existencia de nuestros hermanos rusos. Hoy recibí la respuesta de que me han aceptado como voluntario en la infantería de Su Majestad Imperial y mañana me enviarán al sur en tren de vapor hacia nuestro Mar Negro común. Esto es lo que quería informarles, queridos amigos, y pedirles de rodillas que me comprendan y no me reprochen haber traicionado la promesa que les hice. Llegan esos momentos en que las viejas promesas se desvanecen y pierden su sentido, porque ha surgido una nueva situación, más importante que cualquier otra. Perdónenme, mis queridos amigos, y recuérdenme en sus oraciones a nuestro Dios Todopoderoso Ortodoxo. Y si se enteran de mi fallecimiento, no se aflijan demasiado; piensen en mí como un hombre que ha cumplido con su deber cristiano y eslavo. Los abrazo con fuerza y llevaré sus imágenes en mi mente durante todas las adversidades que me aguarden en el futuro. Atentamente, con profundo respeto. Soldado Sildarov Ivan Byanovich." epdlp.com |