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Los frutos del Congo (fragmento) "La infancia nunca inventó nada tan emocionante ni cómodo como vivir en un armario o en una perrera… ¿Fue esa la única razón por la que nos encontramos en la oscuridad? [...] Poco antes de Navidad, en diciembre, un estudiante notó durante el estudio vespertino que se había encendido una luz en la Torre del Molino, en el extremo de las Islas. El club "Plaisirs de Corée" decidió por mayoría que había sido el sátiro de Rieutort quien había encendido la luz. [...] Si las historias tienen éxito, se debe sin duda en gran parte a este misterioso prestigio de los «otros». Imaginamos que en sus islas, «los otros» debieron de llevar vidas asombrosas. Nunca pensamos ni por un instante que somos los «otros» de otros, que por lo tanto podemos saberlo todo sobre sus vidas y que ellos no ven más de las suyas que nosotros de las nuestras. Lo romántico es la perspectiva del espectador. Lo maravilloso comienza en nuestro vecino, lo exótico está en nuestra puerta. Todo lo romántico se contiene en un muro común: es una defensa contra la travesía, es un desafío y una barrera, es una mica que permite ver, pero se interpone. El amor es una forma de cruzar la mica; o más bien, de imaginar que uno la está cruzando, y como es una ilusión, aunque violenta y alucinatoria, va acompañada de locura, por muy mesurada que parezca." epdlp.com |