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El rey de la calle (Kungsgatan) (fragmento) "A través de Kungsgatan, este fértil páramo que comienza en la frontera con Östermalm y termina en la paupérrima Kungsholmen, todo ser viviente es absorbido por un país entero. Sus piedras tienen una atracción como si estuvieran hechas de platino u oro. Los niños sueñan con Kungsgatan por la noche, cuando en sueños se quitan las sábanas, cuando quieren irse de casa... Llevaba la bicicleta consigo como un gran desierto, cargado de alfombras, a través de un Sahara desolado. Eran alfombras persas, tejidas por proletarios alemanes, transportadas por una mujer judía de ingente pecho níveo, que ahora iba en pos del sudoso hijo de un granjero de la aldea de Humla. Ahora él era un eslabón de esta extraña cadena. [...] Adrian llegó este otoño inmaculado a los socialistas, donde todo joven individualista acude cuando busca la expresión de su individualismo, sin encontrarla. El hombre anhela la aristocracia. El trabajador más pobre ama, en su sentido más profundo, solo a la mujer fastuosa, que mejor encarna su ideal de feminidad, que está por encima de su razón y también de la lucha de clases, así como la belleza está por encima de todo. Pero cuando el solitario no llega a donde quiere, entonces el individualista acude a los socialistas y se une a la lucha por el ideal democrático...Así, Adrian se había convertido en burgués, no en obrero, y la actitud de Moderat hacia las mujeres cambió porque se había vuelto "amable". Durante los años siguientes, Adrian se convertiría en funcionario de la corona. Así, podía reclamar respeto en todas partes, incluso en Humla, donde solían decir, con seriedad, como si fuera un proverbio: "El pastel de la corona es pequeño, puede que sea cierto, pero es deliciosamente bueno...". Con esto querían decir que era seguro, digno de confianza, casi como la tierra misma." epdlp.com |