El Horticultor (fragmento)Amanda Coplin
El Horticultor (fragmento)

"Talmadge había vivido cuarenta años en el huerto sin que le ocurriera ningún suceso excepcional, salvo las inclemencias del tiempo o algún fenómeno hortícola. Nada destacable en el mundo humano, en realidad. Y entonces ocurrió todo esto...No lo articuló como tal, pero pensó en la tierra como el refugio de su hermana, su forma viva o sus restos. La conservaría para ella, entonces, intacta. Todo ese espacio la evocaría, si no en su forma física, al menos como una aparición: podría visitarlo en sueños y contarle qué había salido mal, por qué lo había abandonado. ¿Dónde existía si no en la tierra? ¿Existía tal lugar? ¿Y quería saber de él, si existía? ¿Qué era un lugar sino un reflejo terrestre? Su mente se resistía. Le estaba dando tierra, para alimentarla en ese lugar carente de ella. Un regalo infinito, un gesto que parecía correcto: y nunca tendría que ser correspondido, pues también era un regalo para él mismo, estar rodeado de tierra, de silencio, y siempre —pero ¿cómo podría ser esto, después de tanto tiempo?— con la esperanza de que ella pudiera salir de entre los árboles, una mujer ahora, pero extrañamente la misma, y reclamar su lugar en ese lugar...
[...]
En mi familia, que es un tanto atípica (algunos tenemos parentesco consanguíneo, otros no), hay antecedentes de violencia doméstica, abuso sexual y de sustancias tóxicas. De pequeña, solo conocía una parte de esto —lo presentía sin entender qué era—, pero lo que tenía justo delante de mí, frente a mis ojos, era la inmensa belleza del paisaje: huertos, trigales, bosques, y personas que no me hicieron daño, sino que me querían mucho, eran cariñosas y amables. Estos elementos —el conocimiento a medias de un doloroso pasado familiar, propio de una niña, y la sensibilidad hacia el paisaje físico— formaron el libro...No había un desierto donde perderse. Se tocó la cara en la oscuridad: se tenía a sí misma. Pero entonces, pensó, su yo no era nada. Ella no era nada. Un viento suave, una especie de suspiro, se movía sobre la tierra; y por un momento sintió como si su cuerpo se hubiera evaporado. Cuando estaba sola, cuando trabajaba, era como si se olvidara de sí misma. Parecía extraño decirlo así, pero era como si no tuviera contorno, ni cuerpo, a pesar de que el trabajo era muy físico. ¿Adónde iba su pensamiento? Estaba absorta en la tarea en cuestión. En esos momentos sentía una profunda conexión con la tierra."



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