El corso triste de la calle Caracas (fragmento)Alejandro Dolina
El corso triste de la calle Caracas (fragmento)

"El premio anual de mascara suelta lo gano siempre el mismo individuo. Hablamos - desde luego - del celebre actor Eladio del Prado, quien no tenia rival en la técnica de la caracterización. Sus primeros disfraces fueron sencillos. Una noche apareció disfrazado de esclavo persa y todos se condolían al ver su espalda surcada de latigazos y su cuerpo encorvado pajo el peso de enormes cadenas. Después, sus creaciones fueron mas complejas. Un domingo fue cíclope y a la mañana siguiente revoluciono todo el barrio buscando el ojo que se había sacado. Fue también mendigo escocés y la gente lloraba al verlo soportar la nieve de Glasgow en la Calle Caracas. Cuentan que Del Prado, entusiasmado por sus éxitos, resolvió seguir con sus disfraces durante todo el año. Dicen que su destreza crecía junto con su crueldad. Una noche de invierno, los Hombres Sensibles saltaron de alegría al ver reaparecer al Tonio Berardi, el pibe que murió en Paris. Organizaron una gran fiesta, y en el momento en que alzaban las copas para celebrar la resurrección, Del Prado se saco el guardapolvo, se lavo las rodillas, volvió a poner cara de persona mayor y apareció tal cual era. El ruso Salzman estuvo dos semanas en cama y Jorge Allen casi se queda tartamudo. EL ultimo Carnaval del Corso Triste, Eladio Del Prado se disfrazo para siempre de recuerdo y nadie volvió a verlo por el barrio del Angel Gris.
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Pero en realidad la verdadera esencia del fracaso hay que buscarla por otros rumbos. Como ya se ha dicho, lo que buscaban Mandeb y sus amigos era un dejo de alegría que debía aparecer al quitarse la mascara trágica. Y lo cierto es que nunca encontraron tal cosa. Cada vez que - con toda ilusión - abandonaban sus disfraces de atormentados, encontraban debajo nuevos tormentos que, para peor, eran reales. Por eso, comprendiendo que la dicha no estaba en el Carnaval y quizás en ninguna parte, los Hombres Sensibles disolvieron para siempre el Corso Triste de la Calle Caracas. Hoy, cuando la fama de los muchachos del Angel Gris ya encontro su tumba en los vientos de la estacion Flores, hay- aunque pocos lo adivinen - centenares de versos tristes. Y son mucho mas tristes que el de la calle Caracas, pues su tristeza es involuntaria y su propósito es la alegría. Tal vez ha llegado el momento de comprender que los criollos no hemos nacido para ciertas fantochadas. Que serían los brasileños. Tengamos, eso si, fiestas y reuniones populares. Pero no dejemos de ser quienes somos. Si nuestra extraña condición nos ha hecho comprender el sentido adverso del mundo, agrupémonos para ayudarnos amistosamente a soportar la adversidad. A lo mejor, los Carnavales de antaño, tan añorados por los animadores de la radio, no eran mas que eso: una reunión de gente triste que buscaba consuelo. "



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