Las horas (fragmento)Michael Cunningham
Las horas (fragmento)

"La cabeza de la mujer se alejó rápidamente, la puerta del trailer se cierra otra vez, pero deja detrás una sensación inconfundible de observable oposición, como si un ángel hubiera tocado brevemente la superficie del mundo con un pie en sandalia, preguntará si había algún problema y, habiendo sido informado que todo estaba bien, hubiera retornado a su lugar en lo etéreo con gravidad escéptica, habiendo recordado a los niños de la tierra que apenas se les confía que manejen sus propios asuntos, y que descuido adicional no será pasado por alto sin mención.
(...)
-Tengo la sopa de berro, dijo Nelly. Y el pay. Y luego pienso en algunas de las peras amarillas para pudín, a menos que quiera algo más elegante.
-Aquí está, pues: el reto ha sido lanzado. A menos que quiera algo más elegante.
Así la amazona subyugada se paró sobre la orilla del río envuelta en la piel de los animales que había matado y desollado; y dejó caer una pera enfrente de las zapatillas doradas de la reina y dijo: Esto es lo que traje. A menos que le guste algo más elegante.
(...)
Parecía como el principio de la felicidad, y Clarissa a veces se impactaba, más de treinta años después, de darse cuanta que era la felicidad; que la experiencia entera recaía en un beso y un paseo, la anticipación de la cena y un libro...Qué vivía sin oscurecerse en la mente de Clarissa más de tres décadas después en un beso al atardecer en un camino de pasto muerto, y un paseo alrededor de un estanque mientras los mosquitos zumbaban en el aire oscureciente. Existe aún esa singular perfección, y es perfecto en parte porque parecía, en su tiempo, tan claramente prometer más. Ahora lo sabe: Ese era el momento, justo entonces. No ha habido otro."



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