Alondra (fragmento)Dezső Kosztolányi
Alondra (fragmento)

"Las horas pasaban y el cartero no se presentaba.
Ákos cerró las puertas. Como cada noche, se cercioró de que detrás de los muebles y entre los vestidos colgados en los armarios no había nadie, y hacia las nueve, hora que tenía por norma irse a la cama, entró en el dormitorio seguido de su esposa y se acostó sin quitarse la ropa.
Estaba tan cansado que se durmió enseguida.
En su sueño, iba otra vez con su esposa y Alondra por la calle Széchenyi hacia la estación.
Sin embargo, se desviaron de la ruta habitual hacia una calle menos conocida, atravesaron un túnel, y tras varios desvíos, llegaron a una especie de almacén de maderas.
Allí se dio cuenta de que su hija ya no estaba con ellos. Se volvió hacia su esposa, que corroboró su terrible premonición con un gesto de asentimiento. La mirada de la mujer no sólo indicaba que su hija había desaparecido, sino que la habían raptado los mismos de siempre: unos tipos misteriosos, que por un lado recordaban a unos caballeros medievales revestidos con sus armaduras, y por otro a unos payasos ocultos tras sus máscaras negras.
Ákos echó a correr en dirección al almacén de maderas, y de repente se asustó de su soledad y giró la cabeza, sin detenerse. Por un segundo creyó verla. Desde detrás de una cerca, similar a la de su casa, Alondra levantaba la vista hacia él, suplicando como una loca silenciosa, y tendía una mano rogando que la ayudara; parecía atrapada. Ákos quiso tomarla de la mano, pero entonces ella desapareció. "



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