Stevenson bajo las palmeras (fragmento)Alberto Manguel
Stevenson bajo las palmeras (fragmento)

"Una semana más tarde, Sosimo volvió a llevar a su amo a la ciudad. Pero, en esta ocasión, cuando llegaron al almacén general, se encontraron las puertas cerradas y las persianas bajadas. El propietario, un chino que siempre se había preciado de contar entre sus clientes a la celebridad local, estaba sentado en una pequeña mecedora de bambú, quieto como una estatua.
-¿No abre hoy? -dijo Stevenson tras saludarlo-. Necesitamos unas cuantas cosas.
El hombre, en lugar de responder, se levantó lentamente de la silla y, avanzando con pasitos de pato, se dirigió hacia la parte trasera del edificio. Stevenson corrió tras él, pero el anciano se lo quitó de encima y desapareció por una puerta lateral. Durante unos minutos, Stevenson permaneció inmóvil sin saber qué hacer; finalmente, se volvió hacia Sosimo, que había estado observando los acontecimientos desde el carro.
-Sosimo, ¿sabes qué pasa aquí?
Sosimo se encogió de hombros. Un niño pequeño, seguramente el nieto del anciano, asomó la cabeza por una mugrienta ventana y volvió a desaparecer, apartado por una mano enorme. Unos segundos más tarde, el niño apareció de nuevo, esta vez por detrás de la casa, y se quedó mirando a aquel hombre blanco tan espigado que permanecía de pie en las escaleras del negocio familiar. "



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