Los años rojos (fragmento)Jordi Sierra i Fabra
Los años rojos (fragmento)

"No tomó su bata, extendida a los pies de la cama. No tenía frío. Caminó llevando tan sólo la combinación de seda, como un fantasma exquisito, y sus pies descalzos la llevaron directamente hasta la galería tras la cual se abría la terraza y más allá de ella la calle, el Retiro, Madrid entero.
Sabía que él estaría allí, sentado. Y allí lo encontró. Como tantas otras veces, aunque nunca de noche. Vio a Lorenzo quieto, pensativo, mirando la noche, las estrellas, la luna casi llena. Ella, proyectando toda su luz a través del ventanal, lo iluminaba de forma inquietante. Un claroscuro vivo y poderoso. En aquel momento se dio cuenta de que aquélla era una imagen sin edad. La blancura de la luna le hurtaba toda dimensión de tiempo. La parte del rostro bañado por ella formaba una máscara, y el resto una escultura digna del mejor Rodin. Se le antojó que, en ese instante, Lorenzo era una estatua.
Estaba prácticamente igual que en aquellos días, a bordo del Sinaia, o en su primer reencuentro en México. Tal vez soñara. Tal vez hubiera retrocedido en el tiempo. Hasta que se miró su propia mano, y supo que todo era real, que estaban a punto de convertirse en viejos, y que la imagen de Lorenzo era una ilusión, un efecto motivado por su quietud, la luna y su percepción del amor.
Vaciló sin saber qué hacer, si dejarlo solo y regresar a la cama, o acompañarlo.
Pero la última vez se había jurado no volver a dejarlo solo nunca más.
Nunca más. "



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