Recuerdos del caso Dreyfus (fragmento)Léon Blum
Recuerdos del caso Dreyfus (fragmento)

"Para él la verdad era concebida como un elocuente poder que se comunica sin esfuerzo alguno. Quedaba totalmente descartada cualquier posibilidad de discusión. De todo su ser emanaba una total seguridad: "Sí, así pienso. Es absolutamente imposible para un individuo con ciertas cualidades no pensar ni creer. Y cualquiera llegaría a pensar o creer como él". Incluso podría tener la impresión secreta de haber pensado siempre de tal forma. Ignoraría si había sido persuadido o simplemente se le habría revelado. Para usar una expresión más acorde, nada más natural que otro hombre para poseer a otro ser humano, aunque no hablamos de algo físico sino de una influencia intelectual, algo tan grande como la descomunal cabeza de un gigante. Bastaría una mirada autoritaria, mezclada con solicitud y no exenta de ternura, para que todo quedara al descubierto.
Tal era el hombre que aseveraba, mientras caminábamos juntos a lo largo del jardín: "Dreyfus es inocente" y al verme seducido por su voz, desglosó uno tras otro los hechos, argumentos y pruebas de su testimonio.
El bagaje del caso Dreyfus se compone de dos elementos, distintos en su origen, pero que se entremezclaron. La conjunción de la obra de Bernard Lazare y los descubrimientos del coronel Picquart. A Bernard Lazare le correspondió la destrucción de la leyenda de la confesión, el descubrimiento de la semejanza con la letra de Esterhazy. Picquart informó positivamente sobre el contenido del expediente de la acusación y sobre todo reveló el documento que supuso la imputación decisiva contra Esterhazy: "El petit bleu" del agregado militar Schwarzkoppen. El Jefe de la Oficina del Estado Mayor había tenido en sus manos el "petit bleu". Había denunciado el terrible error de sus jefes. Pero le respondieron con la desgracia y la deportación. Pero antes de partir hacia la lejana guarnición de Túnez, de la que no estaba seguro de regresar con vida, le había dejado a un amigo de la infancia, el abogado Leblois, sus confidencias casi póstumas. A su vez, Leblois se las confió al senador Scheurer-Kestner y éste había informado a Dreyfus. Lucien Herr había recibido conocimiento directamente de la fuente Bernard Lazare, a través de Lévy-Bruhl, y éste a su vez de Picquart y Mathieu Dreyfus. La concatenación de pruebas se había cumplimentado de tal forma que no pudiera ser compartida. Jaurès no sentía más dudas que él, que ya se había convencido ante tales propuestas en cuanto regresó a París con su círculo de amigos, Charles Seignobos, Charles Andler, Paul Dupuy, Victor Bérard, Arthur Fontaine, el doctor Langlois... Y pronto iniciarían una campaña política y también en la prensa, si era necesario. En el senado no inspiró más respeto que Scheurer-Kestner. Hacía cuatro años que, como representante de la Cámara, era distinguido por una soberana elocuencia. El expediente era suficiente para cualquier demostración. En cualquier caso confirmaba el error judicial en el caso Dreyfus. A miles de kilómetros de distancia, un inocente fue sucumbiendo a la acumulación incesante de la pena. Su infortunio fue reivindicado por la verdad. La verdad, si fuera necesaria, podría esperar, pero no el hombre. La resolución fue tomada. Tan pronto como cesara el período vacacional, se pretendía rehabilitar ante el país el nombre de un inocente y entregar el nombre del verdadero culpable. "



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