Cuerda de presos (fragmento)Tomás Salvador
Cuerda de presos (fragmento)

"Hasta que se consumieron las retamas y quedaron los rescoldos no encontraron en el fuego la hospitalidad deseada. Aguardaron pacientemente. La mujer, mientras, había preparado unas sopas y frito el conejo con un poco de manteca rancia.
Comieron en silencio, repartiendo el yantar con Garayo. La mujer miraba tímidamente y cuando le tocaba el turno al detenido, sin saber a ciencia cierta por qué, se sobresaltaba. Pero no se atrevía a preguntar nada. Tampoco ellos tenían el menor deseo de informarla. En uno de los viajecitos visuales los ojos se le cerraron y dio una cabezadita. Se disculpó en seguida.
—Quedé transpuesta...
—Váyase a dormir.
Se retiró a una habitación adyacente, separada de aquella por una arpillera. Garayo, que no había dejado de mirarla, suspiró y se las arregló para extender su cacho de manta en el suelo, tumbándose encima.
Ellos tendrían que velar, por descontado. Sería una tontería hacerlo los dos. Podían repartirse la noche.
—Yo primero-insinuó.
—Muy bien. Son las diez... Llámame a las tres —aceptó Pedroso.
Y extendió su manta junto al rescoldo, colocando bajo la cabeza su mochila de espaldas.
—Ten cuidado —murmuró antes de cerrar los ojos.
Tendría cuidado... Se levantó para buscar el fusil. Se sentó junto al fuego, frente al preso, con el arma entre las piernas. Tendría cuidado.
¡Peregrina situación! El preso dormía, o parecía dormir, satisfecho. Y él tenía que velar su sueño. ¡Las cosas!... Empero, no se estaba del todo mal allí. Cuatro paredes y un fuego encendido... Un simple y animal cobijo, sí... Pero afuera, escuchaba, soplaba incansable el viento haciendo crujir la hojarasca del techado.
¡Pobre casucha! ¡Pobres aldeanos!... Dura y primitiva vida la suya. Los hombres..., allá, lejos, con los rebaños... Las muchachas... ¡Caramba!... Recordaba él a las mujeres montañesas que bajaban a su pueblo, pueblo del llano... Entonces, como todos...
¿Cómo rezaba aquel dicho?... ¡Ah! "Vienen a las vendimias vírgenes, se van de las vendimias madres..." Muy cierto... Extraña atmósfera de animalidad y deseo... Todos los mozos... Se excitaban durante el día... bromas..., lagaretas... Y al llegar la noche... Había muchas lagartas, pero también... Las mozas del pueblo, las novias formales... ¿qué podían hacer? Cerrar los ojos, resignarse a perder los galanes durante aquellos días... lo abandonaban todo. También las muchachas, venidas de lejos, quedaban abandonadas...
Empero, ¿a qué pensar en ello?... La realidad estaba allí... Una noche más... Se estaba bien delante del fuego... Afuera, la negrura inquieta de las sombras, la agreste lozanía de las montañas, la fatiga de ir desvelando caminos... Todo era cierto..., muy cierto, como su cansancio... Pero allí, junto al fuego. "



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