Asilo Santa Leopoldina "Todos los días vuelvo a Maceió. Llego en navíos desaparecidos, en trenes sedientos. En aviones ciegos que sólo aterrizan al anochecer. En los estrados de las plazas blancas pasean cangrejos. Entre las piedras de las calles escurren ríos de azúcar fluyendo dulcemente de los sacos almacenados en los trapiches y clarean la sangre vieja de los asesinados. Luego que desembarco tomo el camino del hospicio. En la ciudad donde mis ancestros reposan en cementerios marinos sólo los locos de mi infancia continúan vivos a mi espera. Todos me reconocen y me saludan con gruñidos y gestos obscenos o ruidosos. Cerca, en el cuartel. La corneta que chilla separa la puesta del sol de la noche estrellada. Los locos lánguidos bailan y cantan entre las gradas . ¡Aleluya! ¡Aleluya! Más allá de la piedad el orden del mundo brilla como una espada. Y el viento del mar océano inunda mis ojos de lágrimas." epdlp.com |